El pasado martes 4 de diciembre, se presentó en la Librería Primado el libro "Tras el Vivir y el Soñar" Premios Internacional de Poesía Antonio Machado 2010.
TRAS EL VIVIR Y EL SOÑAR
Antonio M. Herrera nace en Cantabria pero cursa sus
estudios primarios y secundarios en Ávila, de la que él mismo dice ser su
patria poética y de la que nace su primer poemario “Esa luz que el aire tensa”.
Ávila impregnó la escritura de Herrera de un suave misticismo.
Actualmente reside entre Rocafort y Godella; aquí escribe” Godayla al
amanecer” y “Tras el vivir y el soñar” premio Internacional de Literatura
Antonio Machado 2010 de Colliure.
Antonio M. Herrera es catedrático de Lengua y
Literatura y ha dado clases en diversos institutos de Cataluña y Valencia .
Es Vicepresidente de las Asociación de vecinos
Antonio Machado y Republicanos de
Rocafort.
Actualmente está preparando un homenaje a Antonio Machado (poético-teatral) para 2014
en que se cumplirán 75 años de la muerte del autor, titulado “La Voz y El Eco”,
el poemario “Mirada a una Mirada”
dedicado al pintor Enrique Bronchú, ilustrado por pinturas del mismo y “A ras de suelo “ diálogo lírico con el poeta
Vicent A. Estellés.
La obra
“Tras el vivir y el soñar” ha sido traducida al valenciano por Xavier C. Ribot
y al francés por Renada Laura Portet, y prologada en la versión castellana por Carlos
Aganzo, Director del rotativo “el Norte de Castilla” y premio de poesía Gil
Biedma 2olo. Comienza citando la placa que ostenta la fachada de Villa Amparo,
la casa donde Antonio Machado residió durante aproximadamente una año y medio
de su vida, la historiadora Monique Alonso en lo describe así:
“...había que hacer algo y así es como se encontró
para la familia Machado una casita en el pueblo de Rocafort, en L’horta nord, a
muy pocos kilómetros de Valencia hacia el interior. Allí fue donde se quedó a
familia Machado hasta 1938…”
y reza así
“En esta casa vivió Antonio Machado” que cita casi a
modo de epitafio, un epitafio cubierto de
rojas bungavillas, y sigue con la añoranza del discurso de la acequia que
acompañó al poeta y de la aldaba que llama a la memoria y constata su
presencia.
“Es posible que no esté
Pero no que se haya ido”
Porque no importa el tiempo, importan las palabras
nos dice Herrera, y en otro de sus poemas poema resalta:
Fue poco el tiempo aquí
Fue corto tiempo para él
Aunque tan largo.
Y sin embargo permanece
Como un sonido extenso
De amargos vaticinios
De moho cincelado en decenios…
A modo de
los libros de haiku oriental, entre el vivir y el soñar está dividido en nueve
partes: Otoño, Invierno, Primavera, Verano y otra vez otoño, invierno y
primavera ( a la vez abierta cada una de estas partes con una cita del poeta
andaluz) y cuenta además con un prefacio y un postfacio
“En la tarde silenciosa
Y en este jardín de paz”, comienza
el otoño, con los versos de Machado y
enlaza Herrera diciendo:
“El jardín es todo vibración del aire
del este cálida y exultante”.
Y en otro de los poemas dice:
Alguien ha dicho que es incómodo un jardín para una
guerra….
Y vuelve a alzar de la sombra la voz de Machado:
“En la memoria mía
Tu recuerdo a traición
Ha florecido..
Y llega el invierno y Machado dice:
En mi parterre
Miro a la mar que el horizonte llora
Y la nostalgia aflora en los versos de Herrera:
Por qué no vuelven los poetas
Que hablaban en voz baja y
Desde dentro a multitudes?
“Cuánto me gustaría encontrármelo
En una tarde de éstas.. en un camino de éstos…
Su memoria y sus ojos
huyen más allá
de las cortinas y balcones…."
Y continúa la primavera con la voz de Machado
No basta despertar cuando amanece
Hay que mirar al horizonte alerta
Y dice Herrera:
Y al mar
siempre las torres al mar
Siempre las torres al mar
Las torres por la mañana
Y por la tarde las torres
Y comienza el verano:
De la sirena el lúgubre alarido, en boca de Machado.
Y a continuación
Herrera nos habla
del poniente
y el ardor
de las mozas del amor
y las tardes
de la guerra.
Y así toda la obra es un juego sutil de dos voces, la de Antonio
Herrera siguiendo el impulso de la sonoridad de Machado.
Y el otoño de pronto
exhala un acre olor
a azufre y a ceniza
Dice Herrera
Y dice Machado
Es otra vez Caín y Abel sobre el planeta
Bajo tus alas, moscardón
Guerrero
Y en el invierno toda una premonición
"Será amargo el tiempo, muy amargo…."
Hay dos palabras que retumban augurales
Y que no quiere pronunciar: silencio y siempre….
Y este trágico destino que se intuye, que se avecina
lo vemos también en el postfacio :
"Tiempos vendrán, tal vez dijiste
Pensando en el abril de otra proclama
Tiempos vendrán, nosotros repetimos."
Y finaliza Antonio diciendo.
"Y esperamos
que la sombra feliz de los cipreses, los
pinos ,las palomas
de la plácida villa Amparo
si no realidad sean un símbolo.
Pues que breve puede ser la vida
y que perenne un verso…."
Y con enorme fuerza, cierra el primer poema que abre
la obra con unos versos que podrían resumir todo el libro:
"Aquí languideció
morado de advientos fracasados
para vergüenza de muchos
el ideal de un país
que quede la constancia."
Este juego de voces, este traer el pasado hacia el
presente y la continua cita de los versos de Machado en casi todos los poemas
de Herrera, que incluso algunas veces intercala dentro de sus propios poemas o los remata con ellas, nos hacen
vivir una especie de diálogo vivo entre los dos poetas y entre dos épocas,
combinando además el acento recio de Castilla y la canción rimada de Antonio
Machado.
Emplea además Herrera el mismo tono y la misma
métrica de sus poemas, lo que hace más palpable la proximidad, así los poemas
del maestro encuentra su réplica en el seguidor.
No se escapa la luz del mediterráneo, ni su aroma ni
su magnificencia.
“los pájaros de amanecer que con agudo piar van
despertando en las ramas"...
La plaza del pueblo florecida de lluvia y geranios,
los picapedreros en el furor del ocaso, las mujeres con los cestos a la cadera, o los naranjos y limoneros del patio de Villa Amparo similares a los del Palacio de las Dueñas de Sevilla nació el poeta andaluz.
Y las tardes de las niñas agarradas de la mano,
a una niña está por cierto dedicado el poemario.
A Leonor, niña aquí, dice Herrera y así comienza uno
de los poemas de Invierno:
Dónde estará Leonor?
Mila Villanueva.