Suave llovizna
sobre la flor abierta,
todo es perfume
Entre mis manos,
una amapola joven
descansa y sangra
Desde muy lejos
vine para quedarme
y aquí estoy
Para liberar
la semilla, la tierra
se abre y llora
Sobre la hoja
me inclino y me doy
voz sin límites
El cielo gris
y ola tras ola el mismo
frío, la misma espuma
Aire de poniente,
hay que ver cómo inflamas
las hojas de la tarde
La tormenta
estalla, lentamente,
nada más nacer
La desnudez, las trasparencia, la sencillez, impregnan las líneas que Isabel Alamar deshace en perfectos haikus. El espíritu del zen mora en ellos, la gracia y la belleza.
Muchas gracias Isabel por compartir.
Mila Villanueva
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