Duerme la calle envuelta
en una niebla espesa,
sin puente, sin túnel,
sin salida.
Dobla la esquina una mujer
desnuda de su antigua altivez
vacilante, inquieta,
se sienta a la orilla de su cordura
con los gatos de las dudas a sus pies.
Vuelan sus esquemas rotos
como pájaros asustados
y se amontonan como escombros sus verdades
desmoronadas y perdidas.
No hay izquierda ni derecha
no hay delante ni detrás.
Quizá mañana caiga la lluvia.
MV.
Quizá, y huyan esos gatos con el agua. Aunque, si se piensa bien, a veces mejor la duda que la certeza.
ResponderEliminarAbrazos, compañera