DOS CULTURAS, EN LA DISTANCIA DE MIlA VILLANUEVA
Rafael Lema
Mila Villanueva acerca dos culturas, la oriental y la occidental en su libro de poemas, de haikus, “En la distancia”, poemario que habla de lugares comunes, la infancia, el hogar, las raíces de una tierra: Galicia. Valente nos hace una llamada en el inicio, y nos abre la puerta a un viaje de distancias-cercanías, volver para quedar. Dice en el prólogo Gloria de Frutos que “ La distancia más corta entre dos puntos es la palabra, nada hay más veloz ni más perdurable; la palabra precisa traspasa fronteras y cierra heridas pero, si con ella se deshoja el tiempo alimentando la memoria, aparece la poesía, libre de artificio, sin más intermediario que el propio lenguaje, conciso e intenso”.
Esto sucede en el haiku japonés de estructura impar y brevedad pura dibujando en el papel trazos de vida y emoción contenida, y sobre todo esa unión espiritual con la naturaleza, con los trabajos y los días tan imbuidos de esa atmósfera de espiritualidad oriental, de estética milenaria de un arte-literatura tan especial, esencial, en donde, y en este caso se ve sobre todo, la religiosidad budista no solo apunta maneras sino que es referencia singular. Mila Villanueva, nos habla de nostalgia, hórreos, musgo, piedra, cristales donde crecen gotas de agua y amaneceres blancos de sonidos metálicos, sembrados de tela que el sol blanquea. Mañanas y lluvia en los cristales, miradas de niños, sueños, memoria. Peregrinos, lugares sagrados, costumbres y mitos, geografías conocidas y reconocidas.
De esos oficios vivos como el oleiro,“Llenas de barro/ qué gráciles las manos/ del alfarero”, o la encajera que teje con sus manos el hilo que une palabras, porque “En Camariñas/ aún las mujeres/ hacen bolillos”, y “Espuma blanca/ parece el hilo en manos/ de la encajera”. Lo mismo que “En fino estambre/ fue trocando el cestero/ la paja seca. “En Xaneiro”, la autora presta su voz a las aves que emigran, al igual que las personas, buscando climas más soportables; ausencia destila la “Mañana gris/ que nace en mi ventana./ Hoy también llueve”.
Destaco los poemas dedicados al mar visto desde varias perspectivas, de “En Pleamar”, aquí el haiku recupera su origen primordial de enfatizar la naturaleza. “Dejan las olas/ rescoldos de otros mares/ sobre la orilla.” o nuestro más próximo “Desfiladeros/ el mar se agita inquieto/ Costa da Morte”. Y “Sobre las rocas/con sangre en las manos/ los percebeiros”. Las ilustraciones de Solaz y los grafismos de letras de molde en verticalidad de los versos apuntan a la estética artística de la caligrafia japonesa en un intento más de acercamiento visual a los maestros aquí citados, Buson, Issa, Santoka, y al inmenso Basho.
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