domingo, 24 de julio de 2011

Un poema de Chisco Naval para Costa da Morte en el día da Patria Galega

POEMA RIOGRAFIA (FRAGMENTO)

DEL LIBRO MIÑO.

Vienes, peregrino, musical y lento,

luego de acoger retales de esperanza.

Llegas circundando palabras

con la extensión de un abrazo. Cruzas llanuras,

lejanos paisajes

y confusas quebradas con intención calígrafa,

con la pasión de una pubertad incierta.

Bautizado de río,

no tienes edad pero gritas

perturbados presagios

contrariado por signos. Bebes

de la arquivolta románica, del silencio de los claustros,

de las cumbres entoldadas, de los campos

que se miran en ti, de los eriales, de lo incierto.

Sin calendario

sufres la cólera de la sed y la crecida, la traición

del desvelo y buscas

la firmeza de los remos, el amparo de los pulsos,

el calor de los sauces

cada vez más negados,

el filo de los cipreses que se elevan

más allá de las derrotas, hacia el centro de las vértebras.

Te miras en el hueco de las ventanas, te lanzas

a la oquedad de los arcos y no cambias

la risa en los molinos ciegos,

sin espiga, sin medida, sin fuelle,

sin saliva y sin deseo.

Eres confidente emoción de enamorados,

testigo de paseos de muerte,

cansino ritmo animal cuando ahogas el miedo

en la esfera del vértigo.

Indivisible cicatriz de identidad,

te das sin rendición y sin consuelo,

niegas tu razón con estrépito

te redimes en cada afluente,

y en cada nueva mirada.

Despojado y herido prosigues el tránsito

de aquel que aún sin prisa siempre llega,

sabes del desarraigo,

de la fiebre de las retamas,

y acoges desamparos,

anhelas el alegre despertar de las nutrias

y valoras la constancia de la garza

que en su danza de enigma

nunca te abandona.

Recortas por el talle las colinas

granulares y en otro tiempo sombrías,

te dejas llevar por la fiesta de cascadas,

en las promesas por las que fluye la luna.

Te detienes en el deliro de los hombres,

sufres con la persistencia de las obsesiones,

sueñas con cruces de aire.

Obsceno, acechas los armarios,

desnudas la soledad, anticipas

la atmósfera verde de los laureles

y buscas la cierva

que lava su insomnio

en las ortigas blancas.

Quisieras reventar los diques, maldecir

la nuca de las ciudades que te abisman,

pero callas,

y vas y vienes en las córneas,

en las crines de las yeguas,

por juncales,

enredado en pozos,

enlazado a una canción,

ensalzando las riberas que brotan

de tus pasos. Techo del sol

cruzado por cristales

que procuran la espuma con constancia

de adúlteros,

cuna en la que respiramos,

cuerpo destinado a ser lecho,

estero, ensoñación,

vienes y vas

por antiguos recuerdos, por angostos caminos de fantasmas

sin rostro, por senderos de calladas compañías.

Posees la virtud de quien abre el futuro,

de quien abreva la humedad y la urna,

caminas sobre sombras

que suceden a las sombras

como nosotros sucedemos

al devenir de las horas.

1 comentario:

  1. Me encanta el poema; y la fotografía, excelente los reflejos hermoso.


    Saludos.

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