Olinda nace en Guadalupe (Santo Tomé de Principe) en 1946.
Siendo muy niña deja las islas y llega a Portugal a las tierras frías "da Beira Alta".
Un día decide volver le llama el sonido del ossobó, los ríos caudalosos, las aves exóticas. Derrama entonces su ausencia en palabras sentidas llenando libros donde va mitigando una sed antigua.
Y ya del otro lado, también añora el Portugal que la vio crecer.
RECUERDOS PARA AVEIRO.
En esa longitud del llanto
donde el sol amarillea la piel de los hombres
donde la sonrisa adquiere contornos de distancia
en el azul reverdecido de las palmeras
donde el silencio es llama al final del día
y el mar
se vuelca en los cuadernos de los niños
donde vislumbro desde la ventana de mi finca
el aspecto de las gaviotas que vuelan en tus marismas
y huelen a sal
y a mar
a navíos que parten y que llega
aquí, en la casa terrosa, rectilínea,
oigo el graznar de los borrelhos, de los patos bravos,
el gorjear de las golondrinas
que nunca regresan a mi sur
aquí alzo la copa donde exhumo la primavera
holgazaneo en la inmensidad de la luna plateada
y permanezco
permanezco sentada
a la espera de que la Ría venga a buscarme...
Siendo muy niña deja las islas y llega a Portugal a las tierras frías "da Beira Alta".
Un día decide volver le llama el sonido del ossobó, los ríos caudalosos, las aves exóticas. Derrama entonces su ausencia en palabras sentidas llenando libros donde va mitigando una sed antigua.
Y ya del otro lado, también añora el Portugal que la vio crecer.
RECUERDOS PARA AVEIRO.
En esa longitud del llanto
donde el sol amarillea la piel de los hombres
donde la sonrisa adquiere contornos de distancia
en el azul reverdecido de las palmeras
donde el silencio es llama al final del día
y el mar
se vuelca en los cuadernos de los niños
donde vislumbro desde la ventana de mi finca
el aspecto de las gaviotas que vuelan en tus marismas
y huelen a sal
y a mar
a navíos que parten y que llega
aquí, en la casa terrosa, rectilínea,
oigo el graznar de los borrelhos, de los patos bravos,
el gorjear de las golondrinas
que nunca regresan a mi sur
aquí alzo la copa donde exhumo la primavera
holgazaneo en la inmensidad de la luna plateada
y permanezco
permanezco sentada
a la espera de que la Ría venga a buscarme...
Hola, Mila:
ResponderEliminarPrimero antes de nada te quiero felicitar por tu blog; te he agregado porque me encanta leer de todo un poco y mas si se trata de poesía escrita... por grandes mujeres poetas.
Un gran poeta Olinda leer su poema; me inspira su lenguaje poético, y con Vivaldi de fondo vaya q. pocas se me hacen las horas.
Saludos.
Es un poema delicioso. Gracias por compartirlo. Un abrazo
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