sábado, 1 de diciembre de 2012

Los peces transparentes, de Julia Conejo, Premio Alfons el Màgnanim de Poesía.



Ha sido un placer para mí, introducir a la poeta leonesa Julia Conejo en la entrega de Premios Alfons El Magnanim, llevada a cabo el pasado 27 de noviembre en el Cenro Cultural de la Beneficencia, con al presencia de la Diputada de Cultura Dª María Jesús Puchalt, D. Ricardo Bellveser, Presidente de los premios y diversas personalidades del mundo de las artes y las letras.

LOS PECES TRANSPARENTES:

Julia Conejo escribe desde niña, confiesa que siempre sintió una inclinación especial hacia la poesía y es en su adolescencia cuando decide que lo que quiere hacer en su vida es escribir. Nacida en Tarrasa (Barcelona). Ha residido prácticamente toda su vida en León. donde trabaja como profesora de Lengua y Literatura.

En Octubre de 2010 recibió el premio de poesía “Joaquín Benito de Lucas” por el libro “Muñecas recortables”, publicado en la colección Melibea que edita el ayuntamiento de Talavera de la Reina.
Además de Peces transparentes, tiene en prensa otro libro, ¿Para qué sirve el frío?, que aparecerá próximamente en la editorial Origami.

Lleva el blog de poesía “Telas mal cortadas” en el que han aparecido publicados algunos poemas inéditos.

                                                                  
La obra de Julia Conejo comienza con la contemplación de unos peces transparentes (denominados “Peces cristal”), lo que la lleva a escribir un poema que dará título al libro, y es precisamente la transparencia, la desnudez, lo que no ofrece resistencia a la mirada, lo que nos ofrece a través de sus versos.

Como ella misma dice:  "para encontrar metáforas apropiadas que expliquen los grandes problemas de la existencia, no es preciso recurrir a la naturaleza ni a la meteorología o cualquier desastre natural para  representar el estado de ánimo. En la cocina de casa hay imágenes tanto o más poderosas".

Así pues sus poemas constituyen una suerte de mirada especial sobre lo cotidiano: preparar la cena a los hijos, colgar la ropa, el regalo sorpresa con el que su abuela acostumbra a llenar de ilusión su infancia, las mandarinas que un chico se comía a la salida del colegio…Es lo común de los días lo que la mueve a una reflexión poética. Pero a la vez su lenguaje coloquial está sembrado de imágenes bellísimas: “las amapolas reventando en mitad de la calzada”…”la que enciende las estrellas y las cuelga del techo”…”una virulencia semejante al granizo”.. "anochece en los armarios de mi cuarto"…"el silencio ronco de mis brazos desnudos…"

No hay objetos poéticos por sí mismos, ni siquiera la más hermosa puesta de sol es un poema, es eso, una puesta de sol, fenómeno que acontece todos los días con mayor o menor sortilegio de colores. Es la mirada del poeta la que convierte en poema lo que toca.

El objeto más sencillo, la más común de las vivencias de pronto se desnuda, y por obra y milagro de la mirada finísima de Julia se vuelve traslúcido, nos muestra lo que esconde sin saberlo siquiera.

No es la vida, ni lo bello lo que convierte al hombre en poeta, es el poeta el que convierte en poema la vida.

De esta manera, un paseo sin gafas hace naufragar a la autora en los colores sin límite de un cuadro impresionista, o la angustia de la media noche se convierte en un bocadillo de tristeza ante un frigorífico tan blanco como la tristeza helada de ella misma.

Otra de las características más destacables de su poesía es cómo domina la estructura del poema. Todo buen poema tiene que sorprender al lector: sorpresa y belleza, dicen que es la fórmula del lenguaje poético; pues bien, Julia Conejo le da la vuelta a sus poemas en los últimos versos y nos coge por sorpresa, desprevenidos como estábamos, en un discurso que dice al final, mucho más de lo que prometía.

"Los peces transparentes" constituyen también un viaje continuo, así, Julia nos descubre: las soledades y miserias de Haití, el acuario de Londres, los jarrones de Jordania, el funicular del Tibidabo, los olivos de Jaén, una clínica cerca de Ávila, o la tienda de la plaza, poema que cierra de la siguiente manera:

Y me doy cuenta

cuando contemplo como se repite

una y otra vez la misma escena

que aún existen lugares

apropiados para la poesía.

Y son lugares que ha palpado, donde ha vivido en la mas profunda expresión de la palabra, pues como comenta en su otro poema: "Temas transversales", se da cuenta de que

La belleza en la poesía es inútil

cuando viene importada de lugares

que nos son desconocidos.


Pero sería también "Los peces transparentes" un paseo a través del tiempo: Así en su poema Barbacoa nos presenta una escena que aunque discurre un viernes cualquiera en el chalet de unos conocidos, podría pertenecer a la prehistoria, una escena que ella rescata hasta el aquí y el ahora.

Este libro es denso en su sencillez.. No busca la autora sorprender al lector por sus hallazgos lingüísticos, sino vitales. Sin embargo también aparece el riesgo poético, la ruptura formal de la lógica para crear la atmósfera de misterio que debe rodear el comienzo de todo buen poema. Como la fina lluvia que en el Norte llamamos “chirimiri “y parece que no moja pero empapa, los poemas de Julia se nos meten muy adentro, calan por la fuerza que encierran.

En realidad, el sentido de todo su poemario es fijar su voluntad en todo aquello que la mayor parte de las veces no despierta interés en la mayoría de la gente y para ella es lo que de verdad importa.

Y ya para finalizar, quiero felicitar a Julia de corazón, por este merecido premio y darle las gracias porque como ella misma dice en su poema “Hambre”, su lengua sigue viva.


Fotógrafos Machancoses y del Valle.

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