sábado, 8 de diciembre de 2012

Presentación de "Tras el Vivir y el Soñar" de Antonio M. Herrera.

 
El pasado martes 4 de diciembre, se presentó en la Librería Primado el libro "Tras el Vivir y el Soñar" Premios Internacional de Poesía Antonio Machado 2010.
 

TRAS EL VIVIR Y EL SOÑAR

 Antonio M. Herrera nace en Cantabria pero cursa sus estudios primarios y secundarios en Ávila, de la que él mismo dice ser su patria poética y de la que nace su primer poemario “Esa luz que el aire tensa”. Ávila impregnó la escritura de Herrera de un suave misticismo.

Actualmente reside entre  Rocafort y Godella; aquí escribe” Godayla al amanecer” y “Tras el vivir y el soñar” premio Internacional de Literatura Antonio Machado 2010 de Colliure.

 Antonio M. Herrera es catedrático de Lengua y Literatura y ha dado clases en diversos institutos de Cataluña y Valencia .

Es Vicepresidente de las Asociación de vecinos Antonio  Machado y Republicanos de Rocafort.

 Actualmente está preparando un homenaje  a Antonio Machado (poético-teatral) para 2014 en que se cumplirán 75 años de la muerte del autor, titulado “La Voz y El Eco”,  el poemario “Mirada a una Mirada” dedicado al pintor Enrique Bronchú, ilustrado por pinturas del mismo y “A  ras de suelo “ diálogo lírico con el poeta Vicent A. Estellés.

 La obra “Tras el vivir y el soñar” ha sido traducida al valenciano por Xavier C. Ribot y al francés por Renada Laura Portet, y  prologada en la versión castellana por Carlos Aganzo, Director del rotativo “el Norte de Castilla” y premio de poesía Gil Biedma 2olo. Comienza citando la placa que ostenta la fachada de Villa Amparo, la casa donde Antonio Machado residió durante aproximadamente una año y medio de su vida, la historiadora Monique Alonso en lo describe así:

“...había que hacer algo y así es como se encontró para la familia Machado una casita en el pueblo de Rocafort, en L’horta nord, a muy pocos kilómetros de Valencia hacia el interior. Allí fue donde se quedó a familia Machado hasta 1938…”

y reza así

“En esta casa vivió Antonio Machado” que cita casi a modo de epitafio, un epitafio cubierto de rojas bungavillas, y sigue con la añoranza del discurso de la acequia que acompañó al poeta y de la aldaba que llama a la memoria y constata su presencia.

“Es posible que no esté

Pero no que se haya ido”

Porque no importa el tiempo, importan las palabras nos dice Herrera, y en otro de sus poemas poema resalta:

Fue poco el tiempo aquí

Fue corto tiempo para él

Aunque tan largo.

 
Y sin embargo permanece

Como un sonido extenso

De amargos vaticinios

De moho cincelado en decenios…

  A modo de los libros de haiku oriental, entre el vivir y el soñar está dividido en nueve partes: Otoño, Invierno, Primavera, Verano y otra vez otoño, invierno y primavera ( a la vez abierta cada una de estas partes con una cita del poeta andaluz) y cuenta además con un prefacio y un postfacio
“En la tarde silenciosa

Y en este jardín de paz”, comienza el otoño, con los versos de Machado  y enlaza Herrera diciendo:

 “El jardín es todo vibración del aire

del este cálida y exultante”.

 Y en otro de los poemas dice:

Alguien ha dicho que es incómodo un jardín para una guerra….

Y vuelve a alzar de la sombra la voz de Machado:

“En la memoria mía

Tu recuerdo a traición

Ha florecido..

 Y llega el invierno y Machado dice:

En mi parterre

Miro a la mar que el horizonte llora

Y la nostalgia aflora en los versos de Herrera:

Por qué no vuelven los poetas

Que hablaban en voz baja y

Desde dentro a multitudes?

 “Cuánto me gustaría encontrármelo

En una tarde de éstas.. en un camino de éstos…

Su memoria y sus ojos

huyen más allá

de las cortinas y balcones…."

 

Y continúa la primavera con la voz de Machado

No basta despertar cuando amanece

Hay que mirar al horizonte alerta

 Y dice Herrera:

Y al mar

siempre las torres al mar

Siempre las torres al mar

Las torres por la mañana

Y por la tarde las torres

 Y comienza el verano:
 
De la sirena el lúgubre alarido, en boca de Machado.

Y a continuación Herrera nos habla

 del poniente y el ardor

de las mozas del amor

y  las tardes de la guerra.

Y así toda la obra es un  juego sutil de dos voces, la de Antonio Herrera siguiendo el impulso de la sonoridad de Machado.

 Y el otoño de pronto

exhala un acre olor

a  azufre y a ceniza

 Dice Herrera

Y dice  Machado

Es otra vez Caín y Abel sobre el planeta

Bajo tus alas, moscardón

Guerrero

Y en el invierno toda una premonición
 
"Será amargo el tiempo, muy amargo…."

 

Hay dos palabras que retumban augurales
Y que no quiere pronunciar: silencio y siempre….

 Y este trágico destino que se intuye, que se avecina lo vemos también en  el postfacio :

"Tiempos vendrán, tal vez dijiste

Pensando en el abril de otra proclama

Tiempos vendrán, nosotros repetimos."

 Y finaliza Antonio diciendo.

 "Y esperamos

que la sombra feliz de los cipreses, los

pinos ,las palomas

de la plácida villa Amparo

si no realidad sean un símbolo.

Pues que breve puede ser la vida

y que perenne un verso…."

Y con enorme fuerza, cierra el primer poema que abre la obra con unos versos que podrían resumir todo el libro:

"Aquí languideció
morado de advientos fracasados

para vergüenza de muchos

el ideal de un país
que quede la constancia."

Este juego de voces, este traer el pasado hacia el presente y la continua cita de los versos de Machado en casi todos los poemas de Herrera, que incluso algunas veces intercala dentro de sus propios  poemas o los remata con ellas, nos hacen vivir una especie de diálogo vivo entre los dos poetas y entre dos épocas, combinando además el acento recio de Castilla y la canción rimada de Antonio Machado.
Emplea además Herrera el mismo tono y la misma métrica de sus poemas, lo que hace más palpable la proximidad, así los poemas del maestro encuentra su réplica en el seguidor.

 
 
No se escapa la luz del mediterráneo, ni su aroma ni su magnificencia.

“los pájaros de amanecer que con agudo piar van despertando en las ramas"...

La plaza del pueblo florecida de lluvia y geranios, los picapedreros en el furor del ocaso, las mujeres con los cestos a la cadera, o los naranjos y limoneros del patio de  Villa Amparo similares a los del Palacio de las Dueñas de Sevilla nació el poeta andaluz.

Y las tardes de las niñas agarradas de la mano,

a una niña está por cierto dedicado el poemario.

A Leonor, niña aquí, dice Herrera y así comienza uno de los poemas de Invierno:
 
Dónde estará Leonor?
 
 
                                                                          Mila Villanueva.

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