Cuando yo era muy pequeña, mi hermano el mayor (muchos años mayor), tan alto y delgado como era, desaparecía por la puerta con su exigua maleta y unos libros bajo el brazo, también camino de Compostela, donde estaba estudiando medicina.
"O primeiro vai para médico" (decía mi padre)...
"Ten moito coidadiño por eses mundos de Dios..."(decía mi madre).
Y yo pensaba en Santiago como en el mísmisimo Manhattan, dónde estaría ya mas cerca Finisterre, o sea (o fin do mundo)
Cuando mi hermano volvía, con "su halo de sapiencia" y "hombre de mundo" (un mundo que estaba ahí al lado), tenía una frase favorita:
"Xa quedóuse soliña Fonseca"
Y entonces mi hermano ( el segundo) 2o que vai para cura" (decía mi padre),
cogía su guitarra y comenzaba a tararear la canción de la tuna...
Las calles están mojadas
y parece que llovió...
son lágrimas de una niña
por un amor que perdió...
y mis hermanos pequeños, "para hacer la guasa"...repetían sin cesar..pas pas pun...pas pas pun, pas, pas pun...
Más adelante lo comprobé por mí misma, las calles de Santiago, bajo el sol del verano, me parecían extrañas, vacías, y sin aquel recogimiento característico del invierno. Sin lluvia de la que guarecerse bajo los soportales. Y Fonseca triste....desangelada.
Ya no ocurre lo mismo, en los veranos Fonseca brilla con un esplendor de comparsa, de bullicio, de parloteo, de trinos y algarabía.
Ahora se juntan los turistas y los peregrinos, los estudiantes de verano y los mismísimos paisanos de Compostela, acostumbrados a aquella ciudad, pasadizo de almas y traseúntes.
Y los libros.?.....empeñados en el Monte de Piedad....
Me encantan estos post tan personales y tan bellos. Un abrazo fuerte Mila.
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