Dicen que de niña yo tenía un cierto aire taciturno y era bastante torpe; pisaba los charcos, tropezaba con las farolas y me quedaba largas horas mirando las montañas desde mi ventana.
El hecho de que mirara tanto las montañas es porque justo bajo la ventana pasaba el Miño, por lo tanto al otro lado, (aquellas montañas) era Portugal. Mientras las observaba tenia la sensación de estar viendo otro mundo pues justo el río era la frontera, sin embargo no ocurría nada especial por más que observé durante toda m infancia. Ni siquiera algún furtivo intentando pasar a´la nación vecina cruzando el río.
Creo que sobre mí circulaba la idea de que debía ser algo retrasada, lo digo porque algunas veces descubría la piedad en los ojos de los adultos que reparaban en mí y la burla en la mirada de los demás niños.
Una tarde lluviosa de invierno, la maestra Doña Concha nos puso como deber hacer una pequeña redacción sobre la tristeza.
Creo que ocupé bastantes hojas de mi libreta con el tema empleando palabras algo impropias para mi edad. Recuerdo que a doña Concha se le escurrieron las gafas, mientras leía, hasta la punta de la nariz.
No es posible! No es posible! Repetía mirándome intrigada.
En aquel mismo momento amainó la lluvia y un débil rayo de sol penetró por los cristales preñados de polvo de tiza.
Mi corta vida acababa de cambiar, había dado un giro de 180 grados. Desde entonces fui algo más respetada, había pasado de la categoría de "medio boba" a la de "bicho raro"
Más tarde descubría que la tristeza es un tema universal tratado de una forma o de otra por todos los poetas. Descubriría la maravillosa novela de Sagan, el poema de J.R. Jiménez...el de Josefa Parra...el de Neruda....
También descubrí lo que es la "Saudade" pero eso ya es otra historia.....
El hecho de que mirara tanto las montañas es porque justo bajo la ventana pasaba el Miño, por lo tanto al otro lado, (aquellas montañas) era Portugal. Mientras las observaba tenia la sensación de estar viendo otro mundo pues justo el río era la frontera, sin embargo no ocurría nada especial por más que observé durante toda m infancia. Ni siquiera algún furtivo intentando pasar a´la nación vecina cruzando el río.
Creo que sobre mí circulaba la idea de que debía ser algo retrasada, lo digo porque algunas veces descubría la piedad en los ojos de los adultos que reparaban en mí y la burla en la mirada de los demás niños.
Una tarde lluviosa de invierno, la maestra Doña Concha nos puso como deber hacer una pequeña redacción sobre la tristeza.
Creo que ocupé bastantes hojas de mi libreta con el tema empleando palabras algo impropias para mi edad. Recuerdo que a doña Concha se le escurrieron las gafas, mientras leía, hasta la punta de la nariz.
No es posible! No es posible! Repetía mirándome intrigada.
En aquel mismo momento amainó la lluvia y un débil rayo de sol penetró por los cristales preñados de polvo de tiza.
Mi corta vida acababa de cambiar, había dado un giro de 180 grados. Desde entonces fui algo más respetada, había pasado de la categoría de "medio boba" a la de "bicho raro"
Más tarde descubría que la tristeza es un tema universal tratado de una forma o de otra por todos los poetas. Descubriría la maravillosa novela de Sagan, el poema de J.R. Jiménez...el de Josefa Parra...el de Neruda....
También descubrí lo que es la "Saudade" pero eso ya es otra historia.....
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