En el poema de la Última Cena, se pone en la piel de una sencilla mujer que arregla la mesa, y después se retira. Ella, tal vez porque es vieja, no solamente percibe la próxima muerte que corona al Maestro, sino que la huele, así nos acerca Watanabe a la fuerza del instinto, pero esto no es lo esencial en el poema. Lo verdaderamente esencial es como ella. con toda naturalidad, asume y entiende el misterio de la Eucaristía. Watanabe comienza a hablar del pan hecho carne cuando dice:y comenzó a destazar el gran pan como si fuera un animal de trigo...más tarde lo convierte en sagrado cuando el Maestro dice:"cada pedazo de pan que reciben soy yo" Y la mujer dice: Que poco avisados, que poco lúcidos, que poco despiertos sus discípulos que no ven que pan o carne es lo mismo.... ....En otro de los versos dice..."uno de los doce preguntó: Estás empezando una parábola Maestro?" Y es así, con la claridad de una parábola, como Watanabe nos va msotrando su poesía.
Yo dispuse la larga mesa de los alimentos de la Pascua.

Soy vieja y sé quién está coronado por la muerte. Era El.
No me atreví a consolarlo,
porque mirando por la puerta la triste noche de Jerusalem,
comenzó a destazar para sus discìpulos
el gran pan
como si fuera un animal de trigo.
Abandoné discretamente el comedor cuando El decía:
Cada pedazo de pan que reciben, soy yo.
Uno de los doce preguntó?Estás empezando una parábola Maestro?.
Afuera pensé: Que poco avisados sus discípulos,
que no ven que el hombre está coronado por la muerte
y que pan o carne es lo mismo.!
Cuando se marcharon,mi vecina me acusó de exagerada e imaginera:
El siempre habla con símbolos me dijo;
pero en el comedor vacío, entre las migajas y el vino,
percibí el límpido olor de una herida.
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